El 19 de mayo de 1962, en una gran fiesta organizada por el Partido Demócrata para recaudar fondos, Marilyn Monroe canta el cumpleaños feliz a John Fitzgerald Kennedy en el Madison Square Garden de Nueva York. Peter Lawford presenta a MM. Ella se acerca al atril, coqueteando, envuelta en su abrigo de piel blanca. Cuando se lo quita, se escucha la reacción arrebatada del público. El vestido, tan ceñido que se desgarró levemente durante la velada, y que Marilyn llevó sin ropa interior, fue definido por algunos como la “ilusión de desnudez bordada de diamantes”. En 2016 se subastó por 4,5 millones de dólares, convirtiendo a MM. en el cadáver más rentable de la historia del cine.
Marilyn definió ese vestido como “piel y lentejuelas.” Esa definición bien puede aplicarse a ella mientras canta. Al principio balbuceante y perdida, susurra finalmente “el cumpleaños feliz” con erotismo y delicadeza. El público y el poder se rinde al mito. Menos de tres meses después, Marilyn muere. Los noticieros de todo el mundo abren con la noticia. El tiempo, durante un instante, se paraliza.
El yo de MM. parece luchar en esta escena con el mito en el que la convirtieron. La fragilidad, el erotismo, la entrega al espectador, el vacío consciente de sí mismo y la consiguiente necesidad de máscara, se mezclan en ella, resumiendo a la perfección la evolución histórica del mito, desde la necesidad primitiva a la imposibilidad actual del mismo.
Después de la desaparición del mito clásico y sus dioses, de la creencia irracional de las cavernas, de los fallos de la razón para explicar al ser humano, después de la muerte de la tragedia y el trance del nihilismo, el mundo de las creencias ha terminado y el de la representación se pone en duda.
En este espacio, el mito se convierte en un objeto de publicidad y consumo, que ya no busca la inmortalidad o trascendencia. El yo de Marilyn desaparece. La necesidad de máscara se desgarra como su traje de “piel y lentejuelas” de aquella noche. Su rostro es ya el vacío. El público contempla el mito creado mientras devora patatas crujientes y llora su muerte antes de tomarse una hamburguesa en la franquicia de la esquina. Aun así, Marilyn susurra dulcemente su cumpleaños feliz y lucha por vestirse con los gestos que ya están allí, en el espacio, en algún lugar por encima del hombre y que une toda su historia. Como explica Kundera, hay menos gestos que hombres, por tanto, se infiere que el gesto existe antes de que el hombre lo tome para sí y lo use para crearse.
La obra intentará representar la necesidad del gesto para ser. Y cómo al desprendernos de él, nos enfrenta a nuestro vacío y en cierto modo, nos convierte en espectadores de nosotros mismos. Por otro lado, el espectador, conocedor de todos los códigos, despoja al mito de todo poder de trascendencia, vistiéndole/se de instante, convirtiéndolo/se en patatas crujientes con sabor a barbacoa de laboratorio.
MM. entrega su imagen al público hambriento porque es lo único que puede ya entregar. El público devora este alimento de fragilidad, publicidad y sexo para, por un instante, saciar su apetito. Ante la imposibilidad de alimentarse del mito, queda el holograma de la imagen, los huesos caídos de la máscara. Y acabado el festín, consumir el inabarcable, inacabable alimento del vacío.
La obra, para un solo performer, está dividida en tres partes y preámbulo:
0. Preámbulo: Presentación de la encarnación del mito en el hombre actual. Dualidad, lucha e imposibilidad. Conversión en espectador y aplausos al viento.
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Masticando patatas frente a peluca rubia. Camino de Marilyn hacia el estrado.
El performer camina hacia el micrófono con pasos de profanación, inconsciente y alegre. El camino se repetirá varias veces (hacia adelante y rebobinando) mientras mastica y lanza patatas creando un manto rubio y crujiente en el escenario. El sonido repetido será la presentación que realiza Peter Lawford de la actriz. Cada vez que se oiga el nombre de Marilyn en vano, el performer se paralizaráy mirará al espectador mostrando el inicio de fisura. Marilyn se entrega y consume ante los espectadores con la dulzura etérea del sueño antes de la rutina.
2. Marilyn canta.
La única música será el “cumpleaños feliz” que se repetirá variando velocidades e interferencias, jugando con las risas grabadas de los espectadores. El performer bailará ante el micrófono pasando por los siguientes estados:
2.1 Mito. Dualidad entre Marilyn y Norma Jeane.
El gesto se libera y crece inmenso y solitario por encima de espectadores e intérprete. Allí abajo, todo sigue igual. Una actriz canta.
2.2. Ruptura. Marilyn atrapada.
El gesto lucha por ser, o existir dentro del perfomer.
2.3. Vacío. Marilyn sin rostro.
Una peluca rubia enmarca la ausencia del gesto, un gran agujero negro que no conduce a sitio alguno. Búsqueda e imposibilidad de la máscara.
2.4. Suelo. El performer se derrumba sobre la alfombra de patatas.
Conciencia de vacío al desprenderse del gesto. Los espectadores desaparecen. El performer se desprende de su peluca rubia. Solo queda el grito.
3. Muerte de Marilyn.
El cuerpo de Marilyn yace en proscenio con la peluca caída. El perfomer barre las patatas aplastadas del escenario y la peluca rubia. Se escucha una y otra vez la voz de un locutor que informa de la muerte del mito.